Textos
Dibujos de arte y ensayo
Jesús Martínez Clará, juny 2009



Oriol Vilapuig (1964) trabaja desde hace tiempo bajo la influencia filosófica de Michel de Montaigne y por ello ha titulado su actual exposición con el nombre de las famosas reflexiones de este filósofo escéptico: Essais. Los ensayos son aproximaciones que permiten la equivocación, la experimentación, el extravío y la duda. Esta palabra alude al legítimo camino de búsquedas provisionales que lleva a cabo este artista inquieto; también menciona al dibujo con lápiz o tinta que siempre tienen algo de prueba circunstancial, de ensayo efíme- ' ro. La contradicción, la duda, las tímidas afirmaciones y el escepticismo son algunos de los valores de la obra y de la actitud de Montaigne, pero, también, son cualidades de la obra de Oriol Vilapuig.

Su trazo infantil le permite argumentar a favor de la espontaneidad frente al trazo adiestrado de la mano adulta y, tal como hacen los niños y Montaigne, puede negar y afirmar a la vez: asumir todas las contradicciones. De mirada traviesa, discreta y algo melancólica, Oriol se mueve entre una aparente mente ingenua y desinformada y la perspicacia del máximo refinamiento intelectual. En su imaginario conviven Artaud con Catherine Zeta-Jones, Dreyer con Kafka o Buster Keaton con Goethe. Desde su posición de artista se suma a aquellos que, como el diseñador Milton Glaser, creen que dibujar es una manera de ejercer el pensamiento. Una especie de reflexión activa situada en la punta del lápiz. (Drawing is thinking, 2008).

Siempre he mantenido y escrito que Oriol Vilapuig es radicalmente fenomenológico, que su fe icónica le lleva a querer visualizarlo todo, incluso sus lecturas. Ilustra la palabra con la imagen, trata con igual sensibilidad letra e imagen y a través del ejercicio del oficio artistico obliga al espectador a ver y a leer. La mirada culta y académica del espectador queda desarmada y se vuelve dionisÍaca e infantil, se llena de fuerza vital, arrebato impulsivo, instintiva y algo orgiástica.

Con su mano, los aforismos de Zürau de Kafka se convierten en unas líneas borrosas sobre fondo negro. Un mapamundi perfectamente cártografiado está garabateado con el trazo vigoroso e instintivo de un niño. La imagen de un mártir cristiano es revivida a la manera románica en el siglo XXI y recoge la idéa de Tarkovski del vínculo entre pasado y presente. La citación a Aby Warburg y su Atlas Mnemosyne le permite coleccionar imágenes a manera de memoria cultural y, tal como hacía Warburg con su archivo general de imágenes, justifica vínculos, establece asociaciones inverosímiles entre dibujos muy diferentes entre ellos.

Sea por Bergman o por Montaigne hay un pesimismo latente en su trabajo y en él sobrevuela la noción de que no hay nada permanente, mi elogio a la provisionalidad de todo aquello que consideramos fijo e inamovíble. Oriol Vilapuig utiliza la estrategia del pensamiento inconcluso, todo se mueve en su obra y sus dibujos tienen la categoría del óleo sobre lino pero con la modestia del que sabe que en el arte y en la vida todo es frágil: un ensayo perpetuo.